Dichos individuos usualmente deben lidiar con el estigma que se asocia al diagnóstico que reciben. El estigma hacia la enfermedad mental provoca consecuencias negativas en los pacientes y sus familiares, transformándose en la barrera principal para lograr su plena inclusión social. Considerando lo anterior, el primer objetivo del presente documento es analizar las principales características del estigma hacia la enfermedad mental, y las variables psicológicas y/o sociales con las que se ha asociado. Algunos estudios desarrollados en Brasil, Argentina, México y Chile han determinado que las personas perciben a los pacientes como potencialmente peligrosos, impredecibles, violentos e incapaces de desarrollar actividades laborales. Las conceptualizaciones como "el miedo al diagnóstico" y "lo que otros pudieran pensar", argumentos vinculados directamente con el estigma, fueron las justificaciones más utilizadas por las personas encuestadas para evitar la solicitud de ayuda al sistema de salud mental.
Respecto a la discriminación, frente a aquellas condiciones humanas consideradas controlables (responsabilidad personal), el rechazo social suele ser mayor que ante condiciones humanas consideradas incontrolables. Para el caso particular de la estigmatización debido a una enfermedad mental, se ha constatado que independientemente de la percepción que el público tenga acerca de algún tipo específico de enfermedad mental, el rechazo social suele ser mayor ante aquellos individuos con trastornos psiquiátricos que están relacionados con una mayor responsabilidad personal, sensación de peligrosidad y rareza conductual.
Se ha descrito que la creencia de peligrosidad es altamente prevalente cuando se trata de trastornos mentales tales como el abuso de sustancias y la esquizofrenia, pero es mucho menor en lo que respecta a la depresión. Por otro lado, la atribución pública de responsabilidad hacia quien sufre un trastorno mental se establece mayoritariamente cuando se refiere a personas que presentan adicciones, como la dependencia a bebidas alcohólicas, pero con mucha menor frecuencia hacia aquellas personas que sufren depresión o esquizofrenia. Otra distinción se ha notado con relación a la eficacia del tratamiento, observándose que la creencia de su efectividad es mayor para el alcoholismo y la depresión, pero menor para la esquizofrenia.
Al analizar el estigma público relacionado con la etiología de las enfermedades mentales, se ha podido observar que, a pesar de que con el transcurso del tiempo el público ha adoptado una perspectiva causal neurobiológica de las enfermedades mentales, y que esta perspectiva ha aumentado la tendencia a apoyar su tratamiento, no ha disminuido su estigmatización